No recuerdo cuándo fue la primera vez que la visité. Sí recuerdo, no obstante, la primera vez que fuimos toda la familia a recoger un premio. Mi hermana había escrito un cuento en la escuela y había quedado en primer lugar. Siempre ha sido una niña muy aplicada y madura (y lo sigue siendo, aunque ya no es una niña). Visualizo, si cierro los ojos, la ilusión con la que entró en la caseta a por su recompensa: un libro infantil firmado y dedicado por la autora. Si hago un esfuerzo, recuerdo también la ilusión con la que nosotros, desde fuera, asistimos al evento. Posiblemente ése sea el primer recuerdo real que tengo sobre la Feria del libro de Valencia.
Hace tan sólo un año, coincidiendo con la Feria, paseando por sus calles, buscaba referentes, libros visibles, ingenua de mí. Esperaba encontrar una especie de cartel luminoso que indicara una sección de libros donde los personajes vivieran experiencias similares a las mías, amaran a personas de su mismo sexo y compartieran conmigo su historia. No pude evitar decir en voz alta:
«Ojalá algún día pudiese hablar aquí o allá, en aquella caseta, sobre la visibilidad en el amor. Ojalá algún día pudiese compartir, con todas las personas que quieran, esto que tengo dentro, esta necesidad de normalizar la realidad de tanta gente que no encuentra experiencias reales en los libros».
Aquel día seguí paseando, buscando y soñando con Las mujeres de Sara, que esperaba ver la luz en unos meses, gracias a editorial La Calle.
Ayer volví a visitar la feria, como cada año. Esta vez un sueño iba a hacerse realidad: iba a hablar sobre visibilidad. Iba a compartir mi experiencia y mi pasión con la gente que quisiera pararse en la caseta “Plató”. Estaba previsto ocupar la caseta de al lado –Café amb autors– pero en el último momento lXs asistentes decidieron acomodarse allí y Noelia, la chica de la organización que estuvo en todo momento junto a nosotros, dio vía libre a la “ocupación” y hasta invitó a café.
Lo que en principio iba a ser una firma de libros, dio un giro de 180 grados y se convirtió en una especie de coloquio sobre lectura, sobre Las mujeres de Sara, la visibilidad lésbica y la educación. La participación de los oyentes fue fundamental. Las personas que pasaban frente a la caseta frenaban sus pasos para escuchar nuestras palabras, intervenían, reían y asentían ante nuestras conclusiones. Fue un momento inolvidable porque sentí (espero que lXs demás también lo sintieran) la libertad de poder hablar sobre amor y amistad, pero también sobre escuela y universidad. Debatimos sobre las carencias, las necesidades y la realidad de nuestro sistema actual. Alumnas aportaron su propia visión, profesoras hicieron lo mismo. Se generó una armonía y un coloquio que ni los de La 2 lo hubieran podido superar (con todos mis respetos hacia los maravillosos profesionales).
Allí, en los jardines de Viveros, en nuestra ciudad, a las 20h de la tarde y rodeadXs de mosquitos, viví una de las experiencias más alucinantes de mi vida, como docente, alumna y escritora.
Gracias a todXs lXs que lo hicisteis posible (amigXs, conocidXs y desconocidXs).
En breve compartiré con todXs algo muy especial para que, lXs que no estuvisteis, podáis entender mejor lo que vivimos ayer en la Feria del libro de Valencia.
Enhorabuena por lo que cuentas una experiencia para el recuerdo
Me gustaMe gusta
Así ha sido, compañero. Gracias. 🙂
Me gustaMe gusta