Acompáñame en este camino lleno de baches, escombros y tapias. Las derribaremos juntas, apartaremos esos riscos a golpe de letra, de palabras amables, fuertes, poderosas y limpias. Seguiremos rodando.
Abre la puerta, respira el polvo que la tierra te regala. Arrancaremos las malas hierbas y plantaremos otras que no necesiten raíz, ni tallo ni hojas. Otras que crecen sin prisa junto a una playa de espuma.
Despierta y escala el monte. Juntaremos letras y haremos palabras que los demás entiendan. Cantaremos canciones de las que nos acercan, de las que se bailan en un corro en la plaza del pueblo. Al son de tu voz, de la nuestra. De los tambores que disipan dudas y curan heridas. Corre, vuelve, ríe y juega.
Coge las ramas y danza. Nos meceremos en un baño sin cicatrices, sin cerrojos ni puños. En un agua sin piedras, sin suelo, sin brumas. Pondremos la mesa con platos y vino, de ese que se bebe frío y calienta la garganta. Comiendo, libando y sorbiendo.
Tenderemos los pinceles al sol y volaremos de madrugada, cuando empieza a clarear. Sin escoba, sin magia, sin truco. Seguiremos apartando con las manos el humo que no deja ver las olas. Regando con frases el barro que cubre los muros. Abriendo el pecho para gritar una vez más que te quedes a mi lado, paseando los sueños, girando los caminos para trazar senderos. Atravesando paredes, rejas y techos.
Pero rodando, siempre rodando.
A las brujas. A todas ellas. A las de ahora y a las de siempre.