Sentirse extraña es hablarte en voz alta, a ti, que habitas dentro de mí. Sentir que me escuchas y por eso respondes con un aleteo de piernas o de brazos. Me dicen que te hable, que te cante para que conozcas mi voz. No sé si será por eso o por el peso, pero cada vez te siento más, estás más presente en cada movimiento, en cada segundo de los días que vivimos este invierno.
Y la gente dice que me escuchas desde hace meses, y digo yo que lo escucharás todo, no sólo a mí.
Entonces apago la televisión, salgo de cualquier sala donde hablen sobre guerras o miserias. Huyo de quienes discuten o se insultan, de quienes hablan gritando sin mostrar respeto. Y no lo puedo evitar, pero el miedo me invade porque pronto no podré hacerlo, huir quiero decir. Pero sé que entonces buscaré otra táctica, otro método para darte amor y proteger tus oídos del dolor y la pena, la violencia y el egoísmo.
Ojalá bastara con el cariño, las caricias y mi voz.
Ojalá cantando pudiera ahuyentar el llanto, atraer la risa, las palmas y la alegría.
Buscaremos la manera, la buscaremos.
No se encontró ninguna imagen en Instagram.
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Ufffff, menuda entrada. Me tocas la fibra cada vez que escribes respecto a tu relación con tu bebé, no hay más. Me tocas la fibra bien tocada y me alegro mucho de volver cada vez que puedo a este rincón.
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Gracias, Estela. Eres muy amable.
Me alegra que te gusten y que sigas pasándote.
Me encanta tenerte por aquí.
🙂
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