El invierno más cálido

Y otra vez es viernes, y así pasan los días, las horas y los minutos, tan rápido que me da vértigo. Y pienso, como cada amanecer, si habrán movido el tiempo. Si alguien, desde un lugar escondido, habrá hecho alguna magia para que pase tan deprisa.

Aunque a lo mejor es el viento, que sopla fuerte en la playa, y se lleva estos segundos que ya no recuperaremos, y arrastra el sol hasta el otro lado del cielo para llevárselo lejos. Y digo yo si será el viento, que no sólo se lleva el sol, sino también el tiempo.

Pero, ¿y si es la luna? que anoche nos visitó llena, redonda e inmensa. A lo mejor es ella que, con aires de grandeza, se ha erigido diosa del presente y del futuro y todo lo ha hecho uno, volviéndonos locos y quitándonos la razón.

A lo mejor eres tú, que desde que estás aquí todo se ha vuelto cálido, fácil, pausado. Todo se ha vuelto paz, calma y alegría. Y ya no hay frío, ni estaciones, ni meses.

No hay verano ni otoño, mi niño de nieve, porque tú lo ocupas todo.

Pero nos queda el invierno, el que nos verá crecer, a mí por fuera y a ti por dentro. El invierno más cálido. Con el que nos cubriremos, nos taparemos, porque los segundos se harán de amor y las horas nos hablarán de tu nombre, de tus manos, de tu risa. Las noches nos cantarán, desde el viento que envuelve las palmeras, canciones de cuna para que las aprendamos.

Y aunque no te vemos, sabemos que estás, niño de nieve, por eso te hablamos, te cantamos, te reímos, para que sepas que llega el invierno, mi niño.

El más corto de todos, el invierno más cálido.