Hace aproximadamente un año realicé de forma espontánea una especie de «investigación de andar por casa» sobre las librerías más grandes de mi ciudad y el «género LGTB» (lo pongo entre comillas con toda la intención).
De aquel rastreo por Valencia (mi ciudad) deduje que la literatura producida donde los protagonistas son LGTB ocupa las estanterías más escondidas de las librerías o las etiquetadas bajo el cuño: «Erótica». En su día me pronuncié al respecto y recibí muchas opiniones de lectorXs y autorXs. Casi todas las opiniones guardaban un mismo hilo conductor: hay mucho por hacer y visibilizar todavía. Personalmente apunté que, igual que los libros de cualquier género pueden tener escenas románticas/eróticas, lo mismo ocurre con muchos libros «LGTB», aunque, y aquí me desnudo un poco ante el público, a lo mejor NOS estamos estancando y repitiendo estereotipos y al final conseguimos, sin buscarlo, que la gente crea que cada vez que un gay, una lesbiana, un transexual o alguien con orientación cruzada aparece en un libro va a implicar indiscutiblemente sexo a borbotones en cada capítulo. Yo sé que eso no es así, sé que hay mucha (cada vez más) literatura de calidad donde hay personajes/protagonistas LGTB, pero quizá algo no estamos haciendo bien si nuestros libros siguen ocupando las estanterías de novela erótica exclusivamente.
La semana pasada, para mi sorpresa, descubrí una librería en Valencia donde, por vez primera, no se repite este patrón. La librería está en la calle Enric Navarro, número 26 de Benimaclet (conocidísimo barrio de la ciudad) y se llama La Rossa. En ella pudimos deleitar nuestros sentidos ante estanterías de novela ilustrada, cuentos, novelas juveniles e infantiles, novela negra, histórica, romántica, revistas, ensayos, poemarios y un largo etc. Eso sí, todo en femenino. Porque La Rossa acoge libros producidos por mujeres, mujeres de todo tipo, de todos los tiempos y de todos los lugares, mujeres reivindicativas, luchadoras, inteligentes. Mujeres que no se callan, que tienen tanto que decir que necesitan escribirlo para que el olvido no arrastre sus ideas, sus pensamientos, su visión del mundo y de la vida.
La semana pasada, en La Rossa, vimos un poco de luz al final del túnel (o al principio, según se mire) y por eso quiero aprovechar estas líneas para agradecer a Alodia (librera de La Rossa) esta interesante, e importante, iniciativa.
Gracias de todo corazón.
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