Molesta y dolida, así me sentí ayer mientras escuchaba (y leía) algunos comentarios sobre la izada de banderas diversas en pueblos y en ciudades importantes como Valencia, ciudad donde, por cierto, este gesto tiene una especial importancia, pues la ex-alcaldesa de la localidad -Rita Barberà- (que ha estado ostentando el cargo casi veinticuatro años) es lesbiana y nunca ha hecho nada a nivel legal o personal para mostrar la naturalidad o aceptar la diversidad en el amor, y, sin embargo, el viernes se vivió con orgullo (mucho orgullo y alegría), la colocación de la bandera por la diversidad en el balcón del ayuntamiento.
Pues bien, ante todos los comentarios que pude escuchar al respecto sólo me queda decir:
NO somos enfermos. Dejad de compararnos con colectivos que, por desgracia, padecen enfermedades. Dejad de decir que esperáis que en los ayuntamientos se cuelguen distintas banderas que apoyen a estos grupos, porque en el fondo pensáis que necesitamos ayuda para curarnos. No, no tenemos que curarnos, tenemos que ostentar los mismos derechos que cualquier otro ciudadano, merecemos no ser juzgados por nuestra forma de querer (porque es una relación entre iguales), por vivir con quien vivimos y (desde hace diez años) por casarnos con quien amamos.
NO necesitamos condescendencia ni causar pena, necesitamos igualdad real ya. Leyes que nos protejan frente a abusos o ataques, frente a insultos en la calle o en las escuelas. Ante la discriminación en nuestros trabajos, en la administración o en nuestro sistema de salud.
Celebramos la bandera porque no podemos mostrar nuestra sexualidad si no nos empoderamos, si no perdemos el miedo al rechazo, a las miradas que nos juzgan. Porque para que un día dejemos de necesitar esa manifestación es preciso que nos mostremos, que nos visibilicemos. Y sí, en parte, para eso también necesitamos un poco de ayuda. Incluso lXs más valientes la necesitan, por parte de su familia, de sus amigXs, de sus compañerXs de trabajo. Ayuda que consiste en priorizar a la persona ante cualquier otra cosa. Porque si da igual nuestra religión o nuestra raza, nuestra sexualidad tampoco debería importar. Pero hasta que deje de importar, seguiremos celebrando nuestro orgullo, porque con orgullo nos apoyamos, nos hacemos reales y ganamos esa parte de valentía tan necesaria para perder el miedo.
La bandera NO discrimina. En la bandera caben todos los colores, todas las formas de amar. TODAS. Sin condiciones ni excepciones. Esa es su grandeza, esa es su magia y de ahí su importancia. Porque quienes defendemos esa bandera defendemos el amor y el respeto, la igualdad y la tolerancia por encima de todo, por encima de todos.
Creo que es mi primer comentario por aquí.
Siento mucho que tengáis que escuchar esa serie de comentarios, afortunadamente no es la opinión de todo el mundo.
Pues eso…aún nos queda aprender y respetar la igualdad para conseguir por ende, que se muestre respeto real a la diversidad.
Un saludo.
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Gracias, Gema.
Sé que, por fortuna, esos comentarios no son generalizados, sin embargo, los he escuchado más de lo que me hubiera gustado.
A pesar de todo, con el apoyo de gente como tú, de tanta gente abierta y tolerante, confío de verdad en que, poco a poco y paso a paso, las cosas cambien.
Infinitas gracias por pasarte, leer y comentar.
Un abrazo y feliz domingo.
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¡A quedarse con eso!
Un abrazo y feliz domingo. 😀
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Es lamentable los comentarios que se escucha por las calles, solo debo creer q es productor de la ignorancia de la gente y falta de información. La OMS ya dijo q la homosexualidad no es una enfermedad y la retiró de sus listas hace algún tiempo. Si viviéramos en un mundo homosexual, los héteros serán los enfermos? Obvio que no, pero es algo q no se dan cuenta.
Somos como cualquier otra persona, comemos, bebemos, lloramos, amamos, etc, hacemos todo igual, no sé donde está la diferencia.
Un abrazo, buen domingo.
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Así es, querida Janet. Personas normales.
Gracias por pasar y comentar.
Un abrazo y feliz semana.
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Me gustaría que llegase el día en que no hagan falta ni banderas, ni manifestaciones.
Me conformaría con que hubiese respeto y valores.
Con que cualquiera pueda disfrutar de su amor y su familia cogid@s de la mano sin que nadie les mire cómo algo extraňo.
¡ Hasta que ese dia llegue, bienvenidas sean esas banderas y esas manifestaciones!
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