Sentada con un libro sobre las piernas me esperabas. Parecías tan pequeña que al verte cualquiera habría pensado que los años se habían detenido bajo tus pies. Ojos de cristal y manos de goma. El temblor de tu boca se hizo imposible y caí contigo.
Caí contigo, pero tu abrazo amortiguó el golpe. El amor decidió que no te rompieras, y ahora estás entera. Ya eres fuerte y flexible, sabedora de tu magia. Porque el poder que tienes es tuyo, para ti. Para regarlo cada día y hacer que crezca.
Y el amor decidirá de nuevo por ti, por mi, por todos nosotros. Y un día elegirá la vida, y ese día estaré allí, leyéndote cuentos. Cuidando de esa niña que parecía pequeña pero ya nunca más volvió a serlo.
Te quiero, pequeña niña.
Imagen: Rebecca Dautremer