Cuando los músculos pesan, caminas pero no avanzas. El sueño no llega nunca, porque te duele hasta el alma. Una grata sensación se expande, y un hormigueo se instala.
Cuando parece que no hay marcha atrás y el dolor va a poder contigo, un sentimiento de bienestar te alerta. La señal de alarma llega con la emoción por las cosas bien hechas.
Cuando los músculos pesan, duermes como si nunca lo hubieras hecho. Te levantas exhausta, cansada de tanto sueño. La vida vuelve a la calma y los días se llenan de paz cuando los músculos pesan.
Rutina: bienvenida.
Cuando los músculos pesan, es que algo bien hemos hecho 😉
Saludos.
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¡Esa es la idea con la que me quedo! 🙂
¡Gracias por el comentario!
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