Si hubiera podido elegir hubieras sido tú.
Si por un sólo segundo me hubieran dejado, mi decisión estaba tomada. Pero a veces es la vida la que elige y no te dan opción. Se apaga el pitido y no hay marcha atrás.
En el ayer quedaron el dolor y tu mirada. En la última noche que pasamos juntas, con nuestros dedos enlazados y mi respiración con la tuya. Anoche quedó tu nuca, para siempre prendida sobre mi boca, tu sabor sumergido en mi cuerpo. Y allí se quedó. Porque mi cuerpo ya no soy yo.
He dejado de existir. La vida decidió por mi, pero siempre nos queda otra elección.