Le llamaban rata de biblioteca. Pero en su caso, el apelativo recaía sobre la palabra “biblioteca” y no sobre “rata”, al contrario de lo que podríamos pensar. Porque ella era una rata. Real y verdadera.
Todo empezó una mañana en que despertó movida por una curiosidad incontrolable. Tanta sed de conocimiento tenía, que salió de su alcantarilla en busca de millones de respuestas. Tantas y tan variadas eran sus preguntas que afectaban a muchos temas diversos: historia, astronomía, ciencias, economía y un sinfín de etcéteras.
“Tendré que buscar en muchos sitios si quiero encontrar respuestas a todo”.
Y buscando y caminando, olfateando y probando, encontró el edificio más impresionante que ningún roedor conocido hubiera visto jamás. Se erguían majestuosos ante ella los enormes ventanales. Y esa cúpula brillante, albacea de todo el saber, parecía susurrarle con su melódica voz: “Adelante, eres bienvenida”.
Así lo quiso entender nuestra protagonista que, tras frotarse el hocico, se encaminó, sorteando botas y zapatos, hacia la puerta de la biblioteca de la ciudad.
CUENTO HOMENAJE A LA FERIA DEL LIBRO 2014